La pelota ya te extraña, Ariel Ortega


  Son pocos los jugadores que enamoran por su juego, más allá de la camiseta que usen. Esos que pueden encandilar a todos con una gambeta. En un país tan pasional como Argentina, esto toma una cuota más grande de dificultad. Pero no es imposible. Existen casos donde la admiración es pura, sin importar los colores o el club, porque ahí es donde el fútbol gana la pulseada.

 Se vino desde Ledesma, Jujuy, a los 15 años. Debutó el 14 de diciembre de 1991 gracias a Daniel Alberto Passarella, su papá futbolístico. Ariel Arnaldo Ortega, casi 22 años después de esa tarde frente a Platense, se retiró del fútbol en su casa, River Plate, y frente a su gente. Flameará por siempre en esa bandera selecta Millonaria, donde está la cara de Amadeo Carrizo, Ángel Labruna, Norberto Alonso, Enzo Francescoli y Matías Almeyda.
 Pero el Burrito no es un ídolo más que deja el deporte. Marcó una década de jugadores eximios del fútbol argentino y, sin duda, uno de los máximos exponentes de ese espíritu eléctrico y esa forma explosiva curtida en el potrero, era Ariel Ortega.
 El cuerpo inclinado hacia adelante. La cintura flexible acompañando el movimiento corto de las piernas. Esperar el momento justo para poner una pelota al vacío o engancharla de abajo, y que entre pidiendo permiso en el segundo palo.
 Se me llena la cabeza de imágenes y emociones. Distintas camisetas, escenarios y climas. El legado de Ariel es largo, pero vale la pena repasar cada detalle. Porque las formas van cambiando y cada vez hay menos jugadores de esta clase. El tiempo marcará cuantos tipos de esta estirpe fabricará el suelo argentino.         
  Por eso, este vacío es del fútbol. Sí, es cierto, el hincha de River es el más dolorido de todos. El que más extraña y sufre. Pero la pelota también pierde un amigo inseparable, de esos que no se esconden nunca y la piden siempre. En un potrero de Ledesma, jugando frente a Inglaterra en un Mundial o con La Bombonera llena durante un superclásico.

 Todo tiene un final. En un enorme gesto, Boca homenajeó al 10 de La Banda en las redes sociales. El afiche decía: «Orteganaste nuestro respeto. Gracias por las gambetas. Gracias por el fútbol». Entendieron el encanto de esas jugadas mágicas y pudieron disfrutarlas.
 
  Sólo queda rendirle respeto. Gracias por la magia Chango, Burrito, Jujeño o, simplemente… Ariel Ortega.  

 

Patricio Barrio.

Twitter: @paatobarrio
Gmail: patriciobarrio1@gmail.com

La pelota ya te extraña, Ariel Ortega


  Son pocos los jugadores que enamoran por su juego, más allá de la camiseta que usen. Esos que pueden encandilar a todos con una gambeta. En un país tan pasional como Argentina, esto toma una cuota más grande de dificultad. Pero no es imposible. Existen casos donde la admiración es pura, sin importar los colores o el club, porque ahí es donde el fútbol gana la pulseada.

 Se vino desde Ledesma, Jujuy, a los 15 años. Debutó el 14 de diciembre de 1991 gracias a Daniel Alberto Passarella, su papá futbolístico. Ariel Arnaldo Ortega, casi 22 años después de esa tarde frente a Platense, se retiró del fútbol en su casa, River Plate, y frente a su gente. Flameará por siempre en esa bandera selecta Millonaria, donde está la cara de Amadeo Carrizo, Ángel Labruna, Norberto Alonso, Enzo Francescoli y Matías Almeyda.
 Pero el Burrito no es un ídolo más que deja el deporte. Marcó una década de jugadores eximios del fútbol argentino y, sin duda, uno de los máximos exponentes de ese espíritu eléctrico y esa forma explosiva curtida en el potrero, era Ariel Ortega.
 El cuerpo inclinado hacia adelante. La cintura flexible acompañando el movimiento corto de las piernas. Esperar el momento justo para poner una pelota al vacío o engancharla de abajo, y que entre pidiendo permiso en el segundo palo.
 Se me llena la cabeza de imágenes y emociones. Distintas camisetas, escenarios y climas. El legado de Ariel es largo, pero vale la pena repasar cada detalle. Porque las formas van cambiando y cada vez hay menos jugadores de esta clase. El tiempo marcará cuantos tipos de esta estirpe fabricará el suelo argentino.         
  Por eso, este vacío es del fútbol. Sí, es cierto, el hincha de River es el más dolorido de todos. El que más extraña y sufre. Pero la pelota también pierde un amigo inseparable, de esos que no se esconden nunca y la piden siempre. En un potrero de Ledesma, jugando frente a Inglaterra en un Mundial o con La Bombonera llena durante un superclásico.

 Todo tiene un final. En un enorme gesto, Boca homenajeó al 10 de La Banda en las redes sociales. El afiche decía: «Orteganaste nuestro respeto. Gracias por las gambetas. Gracias por el fútbol». Entendieron el encanto de esas jugadas mágicas y pudieron disfrutarlas.
 
  Sólo queda rendirle respeto. Gracias por la magia Chango, Burrito, Jujeño o, simplemente… Ariel Ortega.  

 

Patricio Barrio.

Twitter: @paatobarrio
Gmail: patriciobarrio1@gmail.com