Rogelio, la eterna promesa en cenizas


La  9 de River Plate.  Aquella que portaron grandes goleadores del fútbol argentino, leyendas que dejaron su huella imborrable de estas tierras, llámese Leopoldo  Luque, Mario Kempes (ambos campeones del Mundo `78), el Pelado Ramón Díaz, ídolo con el buzo de DT y en la red, Juan Gilberto Funes, el Búfalo que conquistó América en el `86, Enzo Francescoli, el Príncipe que levantó la Libertadores en el `96, o más en esta época los colombianos Juan Pablo Ángel y Radamel Falcao, y cómo no nombrar a Fernando Cavenaghi, el último máximo artillero que tuvo River en un torneo de Primera, allá por el Clausura 2002.

Goleadores de todas las épocas cuando no existían números, citando desde Bernabé Ferreyra, el Toro de Rufino de los años `30, a Félix Lousteau, romperredes de “La Máquina”, Angelito Labruna, que jugó hasta los 40 años y con 292 goles en la Banda tiene su propio panteón de cielo en la historia y en la memoria teñido de rojo y blanco; Pinino Más y los hermanos Onega en los `60, o de Walter Gómez, el otro uruguayo aparte de Enzo que supo enamorar a la hinchada riverplatense.

Y también delanteros que, con el vasto peso de la historia, en la cancha no llega a plasmar lo que ése número impar representa. O mejor dicho, en el arco de enfrente, en la red, donde comienzan a gestarse los grandes artilleros.

Rogelio Gabriel Funes Mori. Mendocino, que vino al mundo el 11 de julio de 1991, al lado de Ramiro.

Su familia se fue a vivir a Estados Unidos cuando él tenía 10 años, y en ese país , ganó un concurso devenido a reality show de fútbol llamado “MLS Dream”, a partir del cual Rogelio firmó su primer contrato profesional, con Dallas FC, y tras un tiempo en la liga estadounidense tuvo la oportunidad de emigrar al Chelsea inglés, con la reserva. Allí justamente concentraba la categoría 1992 de River Plate, donde consiguió contactos y de allí venir a probar suerte a Núñez, donde dio sus primeros pasos en el país junto con su hermano, mientras su familia continuaba en Dallas.

En el 2009, de la mano de Néstor Gorosito, cumplió su gran sueño de debutar en la Primera de River, en la derrota por 3-1 ante Vélez, fecha 17 del Apertura de ese año. Luego, en ese torneo jugó ante Racing en la 18º (ganó River 2-0) y en la última, ante Tigre en Victoria, donde el Mellizo tuvo su bautismo en la red, de cabeza, para que el Millonario derrote al Matador por 2-0 y cierre el año con una sonrisa.

Rogelio era catalogado como “un gran diamante en bruto”, de buena destreza, juego aéreo, pivoteo para ganarse los espacios yd e un futuro realmente prometedor. Y en el verano 2010 potenció esa premonición, al marcarle un gol a Boca en el superclásico de Mar del Plata, donde firmó vínculo con River hasta el 2014, para asegurarse “goles”. O al menos eso preveían.

En el Clausura 2010, ya habiéndose adjudicado la casaca número 9, durante las primeras 14 fechas Funes Mori no logró convertir (se recuerda el mano a mano que desaprovechó ante Boca en la Bombonera y que el Xeneize ganó 2-0; su primer gran traspié) pero en la 18º ante Racing tuvo su noche más soñada y marcó 3 goles en el Cilindro, y cerró el torneo anotando ante Tigre, ya con Ángel Cappa como DT, pero River cayó 5-1 esa noche en el Monumental, dando un pantallazo del triste porvenir del Millo.

El Apertura 2010 fue más que promisorio, al marcar 5 tantos en las primeras 7 fechas, incluso llegó a ser el goleador del certamen hasta entonces.

Pero tanto él como River se desinflaron, Cappa renunció y llegó Juan José López a tratar de enderezar el rumbo. No obstante, la figura de Rogelio iba en descenso y los rumores de ofertas de Manchester United y demás clubes europeos iban quedando en suspenso y finalmente en silencio.

En todo el Clausura 2011 no convirtió goles, J.J. lo sacó del equipo titular en las últimas jornadas, pero nada cambió: Promoción, descenso histórico y el Monumental en llamas.

Matías Almeyda fue el elegido para ponerse el buzo de DT y la obligación de retornar al Millonario a la máxima categoría, aunque con la llegada de Fernando Cavenaghi el Melli no tuvo más que resignar su chance en el banco.

En la fecha 5 del Nacional B 2011/2012, tras 363 días de sequía (su último gol había sido ante Arsenal en el Ap. 2010) Rogelio volvió a marcar, en el último minuto, para empatarle 2-2 a Defensa y Justicia y salvar el partido, y desde entonces siempre fue la primera opción en ofensiva para Almeyda, y dentro de todo, Rogelio respondía, como en el gol a Gimnasia LP, también en la 1º rueda.

Con la llegada de Trezeguet y el bajo rendimiento de Cavenaghi, a pesar de seguir en el banco, Funes Mori tenía más minutos en cancha, llegando al momento culmine en el Monumental en que en la fecha 36 le dio la victoria a River en el cotejo ante Unidos, fundamental en la recta final, con decir además le dio las asistencias a David Trezeguet ante Almirante Brown el día del ascenso.

Ese crédito, agradecido públicamente por Almeyda, fue suficiente para que retornara a la titularidad en el Torneo Inicial 2012. Y justo en el debut, nada menos que ante Belgrano, el Monumental lo despidió en silbidos al malograr un penal en el final del encuentro que el Pirata ganara 2-1.

Incluso fue convocado a jugar a la Selección Mayor en un amistoso ante Brasil (0-0), que sorprendió a propios y extraños (había ya tenido experiencia en torneos juveniles,donde tampoco logró gravitar).

Se repuso con un doblete en la victoria a Estudiantes la fecha siguiente, y ante Newell´s volvió a marcar, aunque en el final nuevamente tuvo una chance nítida, para ganar, y su remate fue a las nubes. Y luego, una ráfaga de dos goles ante Arsenal, entrando desde el banco de suplentes.

No volvió a marcar en el Inicial, y para el Torneo Final 2013, sin Almeyda y con Ramón Díaz en el banco (“lo voy a sacar goleador”, dijo en el verano) volvió a ser respaldado (como por todos los técnicos que tuvo) pero no supo sostener ese apoyo: tan solo 2 goles (Arsenal y Unión) e incontables situaciones que se esfumaron por pifias u off-sides.

De frases como “va a ser mejor que Crespo” o tasarlo a 34 millones de euros, como manifestó Daniel Passarella, a “mi hijo no vale ni 200 pesos”, dicha por el propio padre del Mellizo cuando éste ya escuchaba los primeros murmullos e insultos de la hinchada millonaria.

O dichos del mismo jugador, que “con Silvani competimos para saber quién es el más insultado de la historia” dan claras muestras que lo posicionaron de golpe en un lugar de cargada responsabilidad, en un club como River que es noticia siempre y donde el peso y obligaciones que conlleva la camiseta es mucho más fuerte.

Ya quiere dar punto final de su carrera en River. No viajó a la pretemporada a Salta por no resolver temas contractuales, todo un síntoma, crónica de un final anunciado que estaba en llamas y terminó en las cenizas. 

En 102 partidos suma la magra cifra de 22 goles. La matemática es cruel: 0,22 % de efectividad para el 9 durante cuatro años en un club que cosecha 34 títulos locales, 5 internacionales, de los grandes de América y de trascendencia mundial.

Pasar torneos enteros sin marcar goles, teniendo al oportunidad y respaldo tanto de Gorosito, Cappa, JJ López, Almeyda, Ramón Díaz, y hasta el medio del fútbol que esperaba ansioso su “momento de ebullición” que en los hechos quedó en la nada. Nunca se consumió el producto que intentaron vender.

Están los que lo justifican por la presión que genera jugar en River, y los que dedican canciones que son furor en Youtube y en las redes sociales .

Se habló hasta de interés de Barcelona en ficharlo. Como en su momento de la oferta de Benfica por 10 millones de euros que descartaron al considerarlo «poco».

Terminará su paso en River sin pena ni gloria. Se irá a otro destino donde quizás atesore un horizonte mejor para su carrera. Lo claro está: para ser el 9 de la Banda Roja hay que estar a la altura, va más allá de las buenas intenciones y palmadas en la espalda. Se responde en la red. De forma constante, no una vez al año, en cuotas…

Por Nicolas Diz
@diz_nico

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